martes, 17 de junio de 2014

Cuentos de Calma Chicha, presentan: Sudestada



Un cielo gris, casi negro domina el paisaje. Se está levantando un viento frío. De esos que al olerlos, sabés que anuncian temporal.
De esos que acobardan.
El sol, que hasta ayer estaba tibio, cada día se atreve menos a mostrarse, como si estuviera avergonzado o con pereza.
No sé.
Bajo a la playa a observar cómo se une el mar con las nubes que llegan a la orilla. La furia de las olas desparramando espuma mezclada con cielo.
Cubriendo todo.
Arrastrando todo lo que quieras que arrastre.
Sin piedad.
Bramando hasta ensordecerte: aquí estoy.
Las centellas atraviesan irreverentes el cielo buscando un sitio donde descargar su furia.
El mar crece y llega casi hasta la terraza que se forma en la duna desde donde miro su constante ir y venir. Casi sexual.
Parece interminable. Dan ganas de gritar. Basta.
Lentamente se apaga el rugido.
El agua se retira apática, prometiendo volver. Algún día.
Calma. Silencio.
Paz.
La playa parece desolada. Arrasada.
Calada hasta el tuétano.
El sol asoma y el viento se transforma en brisa acariciadora. Tibia.
La corriente solo se llevó lo superficial. Lo innecesario. Con lo demás, aunque lo intentó, no pudo.
Lejos del arcoíris, recorro la arena esquivando la resaca. Seguro que lo peor ya pasó.
Seguro que lo peor va a pasar.