El Porteño era un viejo de barba larga y sobretodo eterno. Siempre se
sentaba a pescar en la parte vieja de la rambla, allí, cerca del puerto. Solo.
Lejos de todo. Dándole la espalda a la ciudad.
Cuando lo veía, no podía resistir la tentación de sentarme a una distancia
respetuosa a mirar el sube y baja del lengue, hipnotizado por el movimiento y
el brillo de los anzuelos.
En silencio.
Hasta que un día, el viejo empezó a hablar. No sabía si conmigo, o con él, pero
dejé de mirar el agua y empecé a escuchar lo que decían sus frases cortas,
espaciadas.
Es difícil de creer, pero la mujer alada existe, muchachito, y tenés que
saber a qué atenerte si algún día conocés alguna.
Apretó la caña larga bajo una pierna y sacó un paquete de tabaco del bolsillo.
Se limpió las manos con un trapo y con total parsimonia empezó a armar un
cigarrillo. Antes de ponerlo entre sus labios, sacó unas hebras que habían
quedado fuera y al fin lo encendió. Dio una pitada profunda saboreando el humo
y mientras lo expulsaba por la nariz, miró el cielo.
Lentamente, la caña volvió a su continuo y rítmico sube y baja esperando
despertar la curiosidad de algún pez.
Esa mujer puede ser que un día te elija, que te permita elevarse con ella.
Si lo hace, será porque sabe que vos también podés volar. Con una tos
confundida con suspiro y sin sacar su mirada del horizonte, golpeó
cuidadosamente el cigarrillo. La ceniza cayó lentamente al agua, dando
volteretas.
Si te atrevés a tamaño desafío, no trates de volar más alto que ella.
Ni te retrases.
No suele mirar atrás. Solo se deja acompañar. Quedáte junto a ella. Pero no
la pierdas de vista, porque después ninguna, pero ninguna otra te parecerá
suficiente.
Recordé esta historia al pasar por allí. Visto desde lo alto, no parecía el
mismo sitio. Una playa de contenedores se había llevado el agua, la rambla y la
magia del lugar.
Ya estaba cansado, pero seguí aleteando.
A MD
Me encanto esta entrada muy bueno relato felicidades hector
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana María. Me alegra mucho que te guste.
EliminarUn abrazo
precioso relato Hector. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra que te guste y que hayas pasado por aquí, María del Carmen.
EliminarAbrazo para vos
Muy bonito y original el punto de vista. Buena escritura.
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