Era tan solo otra de tantas noches en las que el reloj parecía
lento, aburrido. No el que está en mi corazón deshabitado. Ese,
indefectiblemente, se apuraba.
Mis dedos se movían aburridos haciendo girar lentamente el
vaso. Trataba de concentrarme en entender las palabras tristes de la canción
que se mezclaban con el murmullo de la gente.
El espejo detrás de la barra era como un televisor que
trasmitía lo que sucedía a mi espalda. Sin muchas variantes. Aburrido. Como uno
de verdad.
Hasta que vi entrar una mujer de la que me podría enamorar.
Detrás de ella, una sonrisa llena de dientes sobre un traje
de corte perfecto la dirigía con mano segura hacia una mesa.
Se sentaron muy cerca de la barra, casi junto a mí. Miré su
reflejo y le pregunté en silencio las mismas tonterías habituales.
Admiré sus gestos casuales, la firmeza de sus labios tentadores.
Sus ojos parecían ser el lugar ideal donde perderse. Y no volver.
Definitivamente podría enamorarme de esa mujer.
Él hablaba en voz muy alta, pero solo escuchaba frases
entrecortadas y palabras desconocidas para mí como: …amasar una hogaza…, era
muy meliflua…, el giste de la cerveza…
Maldito ruido…
¿Quién habla así?, me pregunté. ¿Un poeta? ¿Un
extranjero…? No. Solo trataba de
impresionarla, de adaptar su papel a lo que creía que era ella. Seguramente también
podía convertirse en un muchacho de barrio, un filósofo. Quién sabe… Era un
“profesional”.
Ella lo escuchaba con atención mientras sus labios
comenzaban a mentir una sonrisa.
Al fin apoyó sus antebrazos sobre la mesa y se acercó lo más
que pudo para hablarle en voz baja. Ella contestaba tranquila. Él, se recostó
indolente, mientras tamborileaba con sus dedos sobre la mesa, hasta que se
levantó de forma abrupta y salió del bar casi corriendo.
Nuestras miradas tranquilas y casi cómplices, coincidieron
unos instantes en el reflejo.
Admiré la determinación y su firmeza imaginadas. Pensé en
acercarme para hablarle, girar y mirarla sin espejo.
Solamente vacié mi vaso mientras la oía desaparecer. Preferí quedarme con su reflejo y mi amor
imaginado.