viernes, 1 de marzo de 2013
Novelistas invitados. Esti Faro
Las fichas de dominó
Las fichas de dominó repiquetean sobre la mesa desgastada en el bar Los cipreses.
—Eran dos viva la vida, se veía venir —pontifica Benancio mientras le da otro sorbo a su chato y se mira de forma insistente las manos en un ademán adquirido durante más de treinta años cómo mecánico.
El bar está en silencio, los rayos se cuelan por los cristales tímidamente. La dueña se acerca a la tele y da un poco más de volumen a la novela, pero Benancio habla a voces en un tono público para que todos sepan su opinión
.—Pues sí, a ciento cuarenta dicen que iban por la pendiente de las siete cruces, hay que estar muy loco para ir a esa velocidad. Si es que se compran un BMW y se creen inmortales.
Nadie en el bar se atreve a introducir palabra en este monólogo. Los habitantes de Alarguillo de Butanza ya conocen cómo se las gasta este anciano huraño. Pega otro sorbo de vino y continúa con su retahíla.
—El coche ha quedado para verlo, un amasijo de herrumbre irreconocible, tuvieron que meter las cizallas los bomberos para rescatar los cuerpos. A mí no me da pena esta gente —dice en tono despectivo—, son estigmas de la sociedad. No estudian ni trabajan y solo saben que drogarse.
Benancio pega el último trago y se levanta de la silla diciendo adiós con un gesto austero. Los habituales del bar permanecen en silencio. Nadie se atreve a comentar que el chico fallecido ha dejado embarazada a su nieta, que la llamó fulana y decidió no hacerse cargo. Todos callan que Benancio juró cortarle los frenos al malnacido que le había hecho eso a su niña del alma.
Las fichas de dominó repiquetean sobre la mesa desgastada en el bar Los cipreses.
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Gracias Hector por dejarme compartir de nuevo espacio contigo. UN HONOR Y UN PLACER
ResponderEliminarBesos desde el faro
Sobrecogedor,un final tremendo. Un beso Esti, me alegra volver a leerte.
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