Desde que tengo uso de razón, mi ángulo de visión es el
mismo. Conozco cada centímetro cuadrado del techo blanco, liso, impoluto. Lo
uso como pizarrón, hojas de libros, campo deportivo, pantalla. Las horas
transcurren lentas encerrado en una confortable y aséptica caja de cristal, algunas caras silenciosas
cubiertas con gorros y tapabocas verdes atraviesan fugazmente mi mirada matizando mis días. Al
principio, cuando era más pequeño, creí que lo que imaginaba en ese techo era
la vida. De pronto y sin previo aviso, unas raras e inesperadas sensaciones
alteraron mi estúpida rutina, y mi ritmo cardíaco. Cada vez que eso sucedía mi
entorno se revolucionaba. Percibía el movimiento, la nerviosidad, y la
infaltable jeringa clavándose en uno de los tubos que descendían hasta mí. Inmediatamente sopor, sueño. Cuando aprendí a
controlarlo, no tardé en comprender que eran sensaciones sentidas por otro. Lo
digo con toda certeza, por mi hermano. Recibidas por una antena invisible y
maravillosa, que ahuyentó para siempre mi soledad. Ya no me sentí solo,
esperaba con ansiedad sus señales, sus vivencias. Así, supe alegrarme; conocer
la ira y el placer; el desencanto y la tristeza. La impotencia de la derrota,
la alegría del triunfo. El deseo. Aún recuerdo como se nos erizaba la piel
cuando la veíamos y el momento inolvidable, lleno de emociones desconocidas e
inexplicables cuando nos besó por primera vez.
Desde hace un tiempo
todo cambió. Sus imágenes se confunden con las mías y por momentos me cuesta
diferenciarlas. Un techo parecido, caras cubiertas y un dolor silencioso que
sé, le pertenece. Al fin mi mente
aletargada hizo un click y comprendió
el real motivo de mi incomprensible existencia. Estaba aquí para salvar la vida
de mi hermano. De mi querido hermano.
Me llaman Cástor.
Tengo quince años.
Soy un clon.
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Ilustración: Rosario |
!Tremendo! Todo sensación. Un beso
ResponderEliminarSi pudiéramos saber lo que pasa por la mente de tantos seres que son utilizados y manejados con fines que siempre hemos creído correctos... es muy "humano" autojustificarnos diciendo, asegurando, que los animales no piensan, que no se plantean las cosas como nosotros. Somos nosotros los que hemos dado por supuesto que la vida de un mono, de un ratón, de un... clon, vale menos que la de un humano, porque nos interesa creerlo así. Tu relato hace pensar, plantearse ideas, actitudes, comportamientos. Esta es la literatura que suele resultarle incómoda a los que piensan que leer tiene que ser tan solo una manera de pasar el rato sin complicaciones. Al final, todo va teniendo su explicación... ;)
ResponderEliminarUn abrazo de lavanda