martes, 1 de julio de 2014

Sinfonía



Ella camina a mi alrededor sin sacar su mirada de la mía. En sus ojos hay reto. Deseo. Sus pasos son lentos, cadenciosos. Aparentan duda. Demuestran seguridad. Me gusta esperarla, dejar que tome la iniciativa.

Al fin se acerca decidida y siento la primer caricia. Me estremezco.

Se estremece.

Me abraza y sus dedos comienzan a deslizarse por cada rincón, por cada recoveco de mi cuerpo. Por mi mástil duro que la recibe ansioso.

Murmuramos palabras mientras el crescendo nos domina.

Quiero sentir aliento de vos.

Atravesar el fuego con vos.

La pasión nos envuelve como sus piernas firmes y húmedas lo hacen con mi cuerpo sediento, desesperado.

Siento sus pechos clavados en mi, agitarse y tratar de respirar a nuestro ritmo.

Me desespero por tocarla. Por sentirla.

Un poco más. Decimos. Solo un poco más. Deseamos.

El paroxismo del placer. La comunión de dos. El fin de la más hermosa sinfonía.

Los ojos que se abren.

Silencio. Final. Aplausos de pie.

Soy solo un instrumento de su felicidad.

Solo soy su chelo.


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