domingo, 7 de junio de 2015

Entrelazos

—¿Un fogonazo verde en el horizonte fue el preludio de la batalla…? ¿Me estás hablando en serio…? ¿Pretendés que le ponga ese nombre al cuadro? —me dijo riéndose con sarcasmo pero con furia en su mirada —No me gusta tu forma de ver el arte si es que el arte es lo mío. Solo sos un pretencioso, un mercader y me cago en vos y en el esnobismo de tus clientes.
Esa fue la última vez que la vi. Llevándose todas sus pinturas de la galería.  Como podía.
Su estilo me recordaba la potencia de Basquiat y la paleta de Miró, pero único en su sencillez. En lo directo y profundo de cada pincelada. En ocasiones y en soledad, pasaba horas observando sus cuadros, hipnotizado,  sintiendo como se me erizaba la piel.
Después de un tiempo, supe que tenía razón y cerré la galería. El arte no es  palabras sofisticadas ni pedantería disfrazada. Es solo tratar de provocar sensaciones, emociones que de alguna manera nos sobrevivan. Algunos nacían con ese don, la mayoría, como yo, disfrutábamos de ellos.
Jamás contestó mis llamadas ni, a pesar de que muchas veces lo intenté, me abrió sus puertas. Ninguna. Solo la conocía por el seudónimo que cambiaba según su ánimo y con el que firmaba sus obras. Tal vez así se sentía protegida. Segura de poder vivir su vida sin compromisos ni apegos innecesarios.
Jamás pude perdonarme el tal vez, haber sido la causa de su desilusión.

Ahora estaba frente a mí. Ni siquiera me miró al decir buenas tardes con voz automatizada.  Solo pasaba mis compras por el escáner mientras tecleaba sobre la caja del supermercado.


1 comentario:

  1. Real como la vida misma, siempre das en la diana. Duro, pero cierto, ¿estaban los dos equivocados?
    Un beso.

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