lunes, 18 de febrero de 2013

Sal en los ojos



Cuando la vida te da la espalda, lo mejor es barajar y dar de nuevo. En busca de soluciones, había probado todo. Tenés que poner agua de por medio, me dijo una pitonisa. Y acá estoy, acodado en la borda de una inmunda barcaza, mirando como unos relámpagos lejanos y silenciosos explotan en el horizonte. La travesía se venía desarrollando sin zozobras, y como todas las noches, nos emborrachamos con vino o grappamiel. Ahí, entre el humo de tabaco armado y camaradería obligada, las anécdotas se mezclaban con confesiones de viejas malas vidas. Hoy, sin embargo, solo se hablaba de lo que sucedería en las próximas horas: el cruce del Ecuador. Escuché las historias más fantásticas e increíbles de toda mi vida, no me importaba si eran verdad o mentira. Supe que ése era el lugar. Allí estaba mi principio, o mi fin.

Al amanecer, un ruido ensordecedor me despertó. El capitán y su séquito aparecieron enfundados en disfraces caseros. Venían  a bautizarnos, es decir, a reírse un rato de nosotros mientras nos tiraban al agua. Los novatos éramos Carlos, que temblaba de miedo, y yo. Carlos, era antipático y engreído. Solo hablaba para meter líos entre nosotros. Por eso, nadie lo quería. Atado a una cuerda, fui el primero en caer. El agua, salada y transparente, hizo arder mis ojos. Bajo el agua, miré a mí alrededor buscando algo especial. Ni burbujas, ni rayos de luz. Nada. Solo un vacío verde, interminable. Saqué la navaja de mi bolsillo y decidido, comencé a cortar la soga cuando de pronto, una sirena pasó junto a mí. Hizo unos giros, y moviendo sus brazos alocadamente, como en una danza, se acercó. Nos miramos por unos instantes. La expresión de pánico de Carlos, me volvió a la realidad. Sin dudarlo, continué cortando la cuerda.
Ilustrado por Rosario tj

1 comentario:

  1. Y al final encontró su principio, o su fin... ¿quién no cortaría una cuerda para seguir a una sirena? Lo que había arriba ya lo conocía, pero lo que le esperaba ahí abajo era una aventura. Curioso ese nick que tenías, se parece mucho a mi apellido (es Ricote)

    Un beso de Riko

    ResponderEliminar