miércoles, 26 de marzo de 2014

Negro y Naranja

Era rubia, pero se teñía el pelo de negro. Le encantaba vestirse con ese color. Por momentos me recordaba a las chicas de la generación beat, en otros, me parecía estar con la cantante de alguna banda gótica. Simplemente es una manera de esconder el alma, dijo una vez. Le gustaba charlar pero nunca me contó nada de su vida, solo hablaba de las trivialidades que no se podían ocultar. Muchas de ellas no las creí.
Acostumbraba pasar por la disquería después del almuerzo, cuando las horas se hacían largas y solitarias. Al principio, revolvía en los vinilos como si buscara un tesoro, después, simplemente se acodaba frente a mí mostrándome distraídamente una buena porción de sus tetas frescas y exigentes mientras discutíamos si a los Stooges, les correspondía ser clasificados como punks. Nunca supe cómo la conversación, siempre, derivaba hacia el sexo. A veces era interrumpida por algún cliente que no entendía el silencio repentino, otras, por mí.
Era una noche de verano, de esas que invitan. Que provocan. Cuando al cerrar, la vi recostada al semáforo de la esquina con su pose desafiante, esperándome. Había un hotel a pocas cuadras.
Antiguo, descuidado. Primer piso por escalera.
Ventana abierta. La luz naranja de la calle.
Horas de pasión.
 
Quisiera saber algo de vos, le dije. Se puso dos cigarrillos en la boca y los prendió con mi encendedor. La llama iluminó sus ojos mientras lo hacía. Puso uno entre mis labios y le dio una profunda pitada al suyo. A veces me siento muy sola, fue todo lo que dijo.
Nunca le volví a preguntar.
Durante un tiempo la encontré esperándome.

Durante mucho más, me encontré buscándola.

2 comentarios:

  1. Romántico, sensible y deliciosamente encantador. !Cómo me gustan tus historias! Un beso y no te olvides de que quedamos esperándote. Sé feliz.

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