Era rubia, pero se teñía el pelo de negro. Le encantaba vestirse con
ese color. Por momentos me recordaba a las chicas de la generación beat,
en otros, me parecía estar con la cantante de alguna banda gótica. Simplemente es una manera de esconder el alma,
dijo una vez. Le gustaba charlar pero nunca me contó nada de su vida,
solo hablaba de las trivialidades que no se podían ocultar. Muchas de
ellas no las creí.
Acostumbraba pasar por la disquería después del
almuerzo, cuando las horas se hacían largas y solitarias. Al principio,
revolvía en los vinilos como si buscara un tesoro, después, simplemente
se acodaba frente a mí mostrándome distraídamente una buena porción de
sus tetas frescas y exigentes mientras discutíamos si a los Stooges, les
correspondía ser clasificados como punks. Nunca supe cómo la
conversación, siempre, derivaba hacia el sexo. A veces era interrumpida
por algún cliente que no entendía el silencio repentino, otras, por mí.
Era una noche de verano, de esas que invitan. Que provocan. Cuando al
cerrar, la vi recostada al semáforo de la esquina con su pose
desafiante, esperándome. Había un hotel a pocas cuadras.
Antiguo, descuidado. Primer piso por escalera.
Ventana abierta. La luz naranja de la calle.
Horas de pasión.
Quisiera saber algo de vos,
le dije. Se puso dos cigarrillos en la boca y los prendió con mi
encendedor. La llama iluminó sus ojos mientras lo hacía. Puso uno entre
mis labios y le dio una profunda pitada al suyo. A veces me siento muy sola, fue todo lo que dijo.
Nunca le volví a preguntar.
Durante un tiempo la encontré esperándome.
Durante mucho más, me encontré buscándola.
Romántico, sensible y deliciosamente encantador. !Cómo me gustan tus historias! Un beso y no te olvides de que quedamos esperándote. Sé feliz.
ResponderEliminarEXCELENTE !
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